22 junio 2007

¡Miénteme, Pinocho! ¡Miénteme!


No sé por qué tengo la extraña sensación de que esta invitación contiene un mensaje subliminal.

Este montaje de Pinocho, realizado por Roberto Salomón para el niño que aún vive en el adulto y para el adulto latente en el niño, tiene altas dosis de magia teatral. Sólo por los decorados valdría la pena, pero también son un gozo las actuaciones de Leandro Sánchez, Patricia Rodríguez, Ana Ruth Aragón, Regina Cañas, y otros, incluyendo, por supuesto, a Jaime Ruano en el papel de Pinocho.

Las últimas cuatro presentaciones tendrán lugar en el Teatro Luis Poma, el viernes 29 de junio a las 8 de la noche, el sábado 3o de junio a las 5 y a las 8 p.m., y el domingo 1 de julio a las 5 p.m. Entradas: $5 general, $3 con carnet de estudiante.

18 junio 2007

Soy tu sombra

Mariabé, sé que gustará esta canción. Un beso, siempre.

Sanvean (Soy tu sombra), cantada por Lisa Gerrard de Dead can dance.

16 junio 2007

Iñaki Urlezaga en "Don Quijote"


Jorge Ávalos
El Diario de Hoy
San Salvador, sábado 16 de junio de 2007


En una presentación única del ballet clásico "Don Quijote", el jueves 14 de junio los altos telones del Teatro Presidente se abrieron para el Ballet Concierto de Iñaki Urlezaga.

El evento, realizado a beneficio de la Fundación Hermano Pedro ante un público de mil personas, fue una nueva oportunidad para gozar del talento del argentino Urlezaga, uno de los más destacados bailarines del mundo.

"Es un privilegio tener espectáculos de esta índole, que muestran una atención exquisita hasta el último detalle", puntualizó Elizabeth Trabanino, directora de Radio Clásica.

Bajo la dirección artística de Lilian Giovine y la producción y realización artística de Marianela Urlezaga, el Ballet Concierto utilizó para el montaje un elenco de 20 artistas internacionales.

Llamó la atención, en particular, la juventud de las bailarinas, ninguna mayor de los 24 años. Lucía Ríos, de sólo catorce años de edad, interpretó el personaje de Cupido.

Lucía Valencia, de 16 años, que interpretó las seguidillas y el fandango como parte del coro, destacó "la estricta disciplina que Iñaki demanda de todo el elenco; pero sabemos porqué lo hace: una vez estamos en el escenario, gozamos", confesó.

"Así tiene que ser", agregó Urlezaga. "El ballet requiere de un gran compromiso por los retos de la técnica, pero cuando están por salir al escenario le digo a los bailarines: disfruten".

Una ejecución impecable

Esa disciplina y rigor artístico logró con réditos el gozo que el público esperaba de este espectáculo. Las ovaciones fueron unánimes. Danielle Devaux de Bustos, hija de la fundadora del Ballet de Guatemala, señaló, como ejemplo, los solos de Urlezaga, compuestos de "giros virtuosos y saltos impecables".

"Iñaki hace que los giros y los piruettes parezcan fáciles. Ese es su arte: hace parecer fácil lo que es difícil", dijo Stephan Moys. Y añadió: "Franco Cadelago, que interpretó al torero, nos demostró una vez más su fuerza como intérprete".

Eliana Figueroa, la primera bailarina, también tuvo palabras de admiración por parte de otra primera bailarina, Irina Flores, que destacó el trabajo tan limpio y preciso en sus variaciones y en el dueto.

Alcira Alonso, de la Fundación Ballet, notó el carácter propio de Urlezaga: "Esos matices personales que hacen tan especial su arte".

12 junio 2007

Un momento poético

El martes 15 de mayo, visité con un grupo de poetas el sitio arqueológico de Piedras Blancas, en Santa Ana. Entre nosotros había una niña de sólo cinco años de edad, Mariana, la hija menor del poeta Otoniel Guevara. Mientras los escritores se dispersaron para recorrer el lugar, Mariana, su madre Marisol y yo preferimos quedarnos en el idílico patio interior del museo, una preciosa quinta en forma de herradura, de tejados rojos y pasillos abiertos a la naturaleza. Al centro de ese patio, agua cristalina y fresca brota de una fuente de piedra.

Jugando, Mariana se acercó a un enorme árbol de conacaste ubicado al extremo del patio, donde estaba la vereda que conducía al sitio arqueológico. Su curiosidad infantil la atrajo a un pequeño rótulo blanco situado al pie del árbol. Leyó con cuidado la inscripción. De pronto, se estremeció y, asustada, dio dos pasos atrás.

—¡Aquí hay una familia enterrada! —gritó, señalando el rótulo.

—¡No! —exclamé—. No estamos en un cementerio.

Sólo para constatar que no era cierto, me acerqué a la placa, aunque con un poco de temor porque al verla bien me pareció muy similar a una lápida. Por fortuna, Mariana se me adelantó.

—Sí —me aseguró—. Aquí está enterrada la familia. Aquí lo dice —y leyó en voz alta—: «Nombre: Conacaste. Familia: Leguminosas».

Así que Mariana tuvo razón, después de todo. Miembros de la familia Leguminosas están enterrados ahí, en Piedras Blancas.