16 julio 2007

El vendedor de globos


La vez anterior que estuve en San Salvador, por ejemplo, vimos la noticia que en un parque un vendedor de globos había estado agonizando tres días en la calle. Esa noticia me golpeó bastante y luego tuvo que ver mucho con un espectáculo que se llamó Ni sombra de lo que fuimos. Creo que el germen embrionario de ese trabajo fue esa noticia. Son cosas que uno va recogiendo, que de alguna manera son heridas que se abren y que son las únicas que nos impulsan a hacer teatro, a escribir, a todo eso.
Eusebio Calonge, de la compañía española de teatro La Zaranda.

La entrevista completa y una crónica sobre la obra Los que ríen los últimos pueden leerse en El Faro: El teatro es una herramienta que tiene Dios para comunicarse con el hombre y La risa como acto de fe. La obra se presentó en el auditorio FEPADE la semana pasada, y es una gema.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué anécdota más terrible y tierna a la vez. Qué salvaje es nuestra indiferencia como país, hacia el dolor de cualquier especie.

Anónimo dijo...

Ávalos, cambiando de tema ¿has leído el panfletillo que Gombrowicz escribió contra los poetas? Es de lectura obligatoria. Acaba de publicarlo SEQUITUR, una editorial argentina.

Jorge Ávalos dijo...

No puedo creer que abrí mi correo a las 6:30 de la mañana para encontrarme con el nombre de Gombrowicz.

¿Cambiando de tema? No me parece mal que hablando de La Zaranda se hable Gombrowicz. Leí "Contra los poetas". Es de notar que antes el poeta polaca Czeslaw Milosz le respondió y le dijo, si no recuerdo mal, que en lugar de criticar a la posía debería de criticar a los poetas. Y eso es lo que pretendió hacer Gombrowicz, pero no lo hizo bien. Su segundo ensayo siempre acaba por ser un ataque a la poesía, y no a toda la poesía, sino a lo que llama "poesía pura". He visto tres versiones de ese texto que llegó a leer como una conferencia.

De ninguna manera creo que es una lectura obligatoria.

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Me acaba de pasar algo extraño. Estaba escribiendo esta respuesta, me detuve, busqué el texto y lo volví a leer porque creí que me estaba equivocando, pero no. Es el peor texto de Gombrowicz. Es tan simplista, tan plano a mi manera de ver, y hay una frase bonita por ahí, "el azúcar no se come a cucharadas", pero la siento inadecuada a la poesía. Además se equivoca: el teatro, no la poesía, es la literatura más desnaturalizada. Y Gombrowicz escribió teatro.

Lo divertido del caso es que Gombrowicz nunca dejó de hablar mal de la poesía. Y debido a eso, Milosz le jugó una broma espectacular. En su antología de Poesía polaca de postguerra, publicada en inglés, lo incluyó. Recuerdo esto con una sonrisa en la cara porque Milosz demostró que Gombrowicz era un poeta, y de una sorprendente pureza.

Jorge Ávalos dijo...

De un texto de Juan Carlos Gómez:

Yo conocí a Gombrowicz en Buenos Aires en al año 1956 en la confitería Rex, un lugar de bohemios y de artistas donde también se jugaba al ajedrez. Se presentó como un poeta polaco y me dijo: "Con permiso le voy a recitar mi último poema".

Chip, Chip me decía la chiva
mientras yo imitaba al viejo rico
Oh rey de Inglaterra viva
El nombre de tu esposa Federico

Y el 8 de abril de 1963 a bordo del Federico C. cuando regresaba a su Europa después de 24 años de exilio en Argentina, alineó a los amigos y alejándose un poco nos dijo: "Con permiso, los voy a mirar como si fuesen una fotografía".

http://www.albany.edu/offcourse/nov98/gomez.html

Anónimo dijo...

Discrepo con vos, Ávalos. No creo que el texto de Gombrowics sea simplista. De hecho Miloz, en cierta forma, le da la razón.

Debajo del texto hay una teoría de la alienación. Lo que critica Gombrowics es esa alta cultura, que aunque no se asimile ni se comprenda plenamente, ha de ser reverenciada de modo religioso.

El anarquismo vitalista del gran escritor polaco recuerda ciertas posiciones de la primera vanguardia.

Discrepo con vos y como discrepo pienso que lo mejor sería que los lectores leyeran el panfletillo y luego dieran su opinión ¿no te parece?

Un saludo.

Anónimo dijo...

Un ensayista tan lúcido como Adam Sagajewski le sigue dando vueltas ahora a las palabras de Gombrowics."En la belleza ajena",Adam Sagajewski revolotea en un par de ocasiones en torno a esa conferencia-panfleto del autor de Ferdydurke.Y por algo será, digo yo,que uno de los ensayistas polacos más notables de la actualidad le siga dando importancia a esas palabras de don Witoldo.

"En la belleza ajena" es también otra lectura recomendable.La publicó la editorial Pre-textos en el 2003.

Jorge Ávalos dijo...

Discrepá conmigo, por favor. Yo todavía discrepo con la Apología de Sócrates que escribió Platón. Todavía pienso que que si Sócrates quería proteger la integridad del Estado entonces debió proteger su propia vida y no debió beber la cicuta. Todavía no encuentro a nadie que esté de acuerdo conmigo en esto.

El problema que yo le encuentro al texto "Contra los poetas" es que no parece un texto de Gombrowicz. Simple y sencillamente se siente plano, no tiene ese nivel de astucia y de creatividad que sus mejores obras demuestras. Ahora bien, esta es una percepción personal.

Pero está también el hecho de que es demasiado general. A todos los oficios se les puede acusar de lo mismo. De hecho, comparado a los poetas, que no se quedaron en la poesía abstracta de los concretistas por ejemplo, en la pintura si hubo un afincamiento de lo abstracto que es inaccecible para la mayoría de la gente, y la música clásica contemporánea, que a mí me gusta mucho, es absolutamente y verdaderamente inaccesible para el 99.9% de la gente.

Aparte de una mención a Paul Valery, no hay referencias específicas que sustenten los argumentos de Gombrowicz. Así que yo podría tomar su ensayo y fácilmente convertirlo en una diatriba sobre la alienación de los novelistas contemporáneos, incluyendo a Gombrowicz, que a mí me divierte muchísimo. Hace un par de años se presentó en El Salvador un audaz montaje de una obra teatral de Gombrowicz, "Ivonne, princesa de Borgoña", y el público salió furioso del teatro y un oficial de Concultura que se llama a sí mismo crítico dijo que la obra de Gombrowicz era "basura literaria". Qué fácil sería argumentar que Gombrowicz es un escritor alienado que recurre a una simbología hermética si se examina esa obra teatral, de la cual Milosz extrajo los textos para demostrar que Gombrowicz era un poeta.

También yo no creo que la alienación de los poetas sea el principal problema de la poesía contemporánea. Qué mejor ejemplo que Zagajewski, Milosz, Swir, Szymborska y Herbert, todos grandes poetas polacos, para demostrar que la mejor poesía contemporánea da cuenta de la historia sin los rezagos de una alienación heredada por la tradición.

Anónimo dijo...

Tu respuesta, Ávalos,se merecería una réplica igual de digna. Lamento no poder dartela.

Dice don Witoldo:¡Qué lamentable resulta y cuánto ofende a nuestra dignidad intelectual esa tendencia a reducir, a empequeñecer cualquier idea que pretenda sobresalir¡ ¡Y qué fácil resulta hablar de algo sobre lo que no se reflexionado¡

Así se quejaba el sr. Gombrowics de quienes simplificaban el contenido de su conferencia-panfleto (Zarenbina, Tarnawski,Lubodowski y, a medias, Miloz).

El argumento de don Witoldo, más allá de que se esté de acuerdo con él,tiene una estructura compleja. No solo cita a Valery, alude (como ejemplos)a Hermann Broch y a Joyce.

Como el suyo no es un trabajo academico, apunta las cosas de un modo sumario, sin desarrollarlas.Eso no impide que bosqueje una batería de razones que van desde la referencia a literatos hasta el apunte de la psicología y la sociología del disfrute estético.

Que hable el afectado: "De haber querido considerar con seriedad mi artículo, deberían haber evaluado ante todo,objetiva y positivamente, en qué medida mi afirmación de que "nadie, o casi nadie, ama los poemas" es cierta.A tal fin les aconsejo que acudan a los departamentos universitarios de Filología y de Estética para invitarles a que-en vez de dedicarse inútilmente a producir tediosas monografías y machacones desvaríos-nombren comisiones encargadas de llevar a cabo experimentos que determinen las verdaderas reacciones que suscitan los poemas y en qué medida son comprendidos. Después, habría que comprobar si es cierto lo que apunto, a saber, que la gente se comporta "como si los poemas los entusiasmaran" cuando, en verdad, no sienten ningún entusiasmo y es tan sólo la presión colectiva que se genera entre los hombres lo que les obliga a entusiasmarse. También habría que comprobar en qué medida esa imposición, esa violencia colectiva sobre el individuo, esa presión de lo Interhumano sobre lo Humano están justificadas y hasta dónde podemos los seres humanos tolerarla.
Habría podido aceptar las críticas más duras, aun sin realizarse esas investigaciones, pero siempre y cuando no se hubiera simplificado la discusión hasta hacerla banal y superficial, hasta rebajar el problema a un nivel casi escolar.¡Qué lamentable amigos¡...como ya dijo el héroe de Ferdidurke,me toca decir "el maldito empequeñecimiento me persigue de nuevo".

No pretendo darle toda la razón a don Witoldo, sólo señalar que tu tésis sobre el artículo es discutible,bastante discutible.

Tendrá páginas más lúcidas, ayer estába leyendo unos comentarios suyos sobre Hitler que son inquietantes,pero las páginas de este artículo panfleto no están ayunas de la inteligencia ácida que siempre caracterizó al gran escritor polaco.

Como te dije, no voy a tocar todos los puntos que vos tocas y lo lamento.

Anónimo dijo...

Por favor, ese texto que se menciona la principio, de calonge, Inspirado en ese suceso salvadoreño está publicado, alguien sabría decirme como conseguirlo.
gracias

Jorge Ávalos dijo...

Sandra: ¿El texto sobre el vendedor de globos? Voy a tratar de averiguar si está publicado o no.

gabi dijo...

Sobre Sócrates, no seré yo la primer persona en estar de acuerdo con vos. No por fanatismo, ni porque me parezca anatema considerar que lo que Sócrates hizo era incorrecto, sino porque creo que en el sublime acto del sacrificio yace la negación de sí mismo y la defensa más elocuente de la propia verdad. Lo que para Ellacuría es "que el camino hacia la verdad y hacia la realidad pasa por la negación."

La historia lo demuestra. Además la condición para no enfrentar la pena de muerte era dejar de hacer lo que hacía (es decir, aguijonear a los personajes más ilustres de la ciudad y demostrarles que estaban equivocados al creerse sabios, a pesar de no serlo). Aceptar esa condición para preservar la vida, equivalía a un acto de cobardía.

A través de la historia humana, los fenómenos más relevantes de la civilización, se han forjado sobre las bases del sacrificio.

"De cierto, de cierto os digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto".