25 noviembre 2006

Hogar


Toda mujer lleva
un hogar arraigado
dentro de sí.
Y cada vez que un hombre
lastima a una mujer,
cada vez que un hombre
injuria o golpea a una mujer,
ese hogar interior
se estremece,
y en el dormitorio
se hace pedazos un espejo,
y en la sala es desgarrada
una cortina,
y de la despensa
caen
con violencia los cuchillos.

Jorge Ávalos
1990

* La imagen muestra una conocida instalación de Ronald Morán sobre la violencia intrafamiliar. Esta fue la primera encarnación, presentada durante la exposición Habitart en julio de 2004 en San Benito, donde tomé la fotografía.

3 comentarios:

ixquic* dijo...

De repente esas palabras me hacer caer en cuenta que no hay peor daño para cualquier persona (en este caso mujeres) que las heridas o golpes internos, los que no se ven pero que nos marcan para toda la vida. ¿quién puede aceptar que el ser que más se ama haga tanto daño?

Jorge Ávalos dijo...

Yo también pensaba eso, hasta que le pregunté a una mujer que había sido físicamente abusada por su esposo, si la violencia sicológica era peor que la violencia física. Su rostro me ofreció una expresión que nunca antes había visto en mi vida y me dijo, simplemente: No. Las heridas, internas o externas, se cierran, tarde o temprano. Pero no hay horror más grande que lo que sucede antes de un golpe: ver a la persona que amas alzar un puño para golpearte sin misericordia. Ese instante, inexplicable, no de horror, sino de miseria por preferir recibir ese puñetazo porque viene de la persona que amas a no tener nada de nadie que te ame, es peor que la muerte. Eso lo aprendí de esa mujer, y por haberme dado esa comprensión escribí este poema.

ixquic* dijo...

"Ese instante, inexplicable, no de horror, sino de miseria por preferir recibir ese puñetazo porque viene de la persona que amas a no tener nada de nadie que te ame, es peor que la muerte".

Seguro. Eso es algo a mí me cuesta entender y aceptar que pase. Estas situaciones conflictúan a cualquiera, los abogados sobran y hasta hacemos más daño si reaccionamos mal ante estas posiciones. Generalmente son respetadas (nadie obliga a tomar decisiones) pero no me han sobrado las ganas de meterme y tratar de convencer...

Por eso no hay mejor arma que valorarse una misma como ser humano y preferir la soledad que un puñetazo.

Eso también es seguro.