14 marzo 2007

La Escuela Nacional de Danza

Recibí la siguiente pregunta en otro post, y pensé que valía la pena contestarla: "Leí un comentario tuyo sobre la (Escuela Nacional de Danza de El Salvador). Pero, cómo te pareció el trabajo que ha hecho el nuevo director el año pasado, en qué debería mejorar?".

Esta es mi respuesta. El año pasado tuve muy poco tiempo para asistir a eventos de teatro y danza. Con la muestra de teatro pude ver lo que me quedaba pendiente en cuanto al teatro, pero no pude asistir a todos los eventos de danza y no vi la temporada de la END. Lo siento. Por otro lado, sí conozco la obra de Francisco Centeno como coreógrafo y sé que al menos trae una perspectiva fresca, y sé que tiene una visión muy integral de la danza y trae una fuerte trayectoria en relación a la danza contemporánea. Pero esto sólo nos ayuda a formarnos una opinión de él como artista creador, no como pedagogo ni como administrador de una escuela. Hay temor, por ejemplo, de que por favorecer la danza contemporánea descuide el ballet clásico, el cual es el fuerte de la END.

Tengo entendido que habían algunos problemas muy tenaces con la END que están siendo superados poco a poco. Uno de los más serios problemas que hubo con la gestión anterior, la de Sonia Franco, era una incapacidad para la colaboración horizontal que hacía casi imposible la cooperación entre instituciones dedicadas a la danza y que coartaba el crecimiento de los bailarines. Hay casos muy concretos de maestros a quienes se les impidió participar como bailarines en otros grupos, a pesar de que la END no es una compañía sino una escuela. En el caso de Centeno he visto más apertura. Pero creo que todavía hay un error de enfoque: los logros de una escuela de danza no se miden con las producciones anuales en las que, al final del año, en el caso de la END acaban por ser protagonizadas por maestros y maestras.

Los logros de una escuela de danza se miden, primero, por la calidad de la educación que la escuela le imparte a sus alumnos, sin importar si las y los estudiantes se convierten en bailarines profesionales o no. Creo que el Estado todavía no entiende esto: a los niños y niñas a quienes les gusta, la enseñanza de la danza debe ser un fin en sí mismo. Este enfoque pedoagógico es lo principal y se mide con los logros individuales de cada estudiante. Los promedios anuales se suman año con año y así se puede tener un panorama de la facultad pedagógica de la escuela. Segundo, el otro resultado importante de una escuela nacional de danza se mide por el contado número de bailarines y bailarinas que sí deciden dedicarse a la danza, ya sea para trabajar en el campo de la danza escénica como ejecutantes, en el campo de la pedagogía o en el campo creativo de la coreografía y la interpretación. Estos dos puntos son los más importantes y, lamentablemente, la END todavía no muestra resultados medibles y confiables en estas áreas. Por ejemplo, la danza es una materia muy inusual en las escuelas y colegios; muy, pero muy pocos bailarines conforman grupos de danza o se integran a los pocos que existen; y, finalmente, la "coreografía" en ballet clásico se limita a la imitación de ballets del repertorio internacional (por medio de videos) y la "coreografía" en danza contemporánea todavía tiene un largo camino por recorrer.

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