¿Que tipo de teatro necesitamos?
No inicié este blog para hablar de mí mismo, pero en una entrevista publicada esta semana en El Faro Roberto Salomón me menciona. Y esa alusión no es accidental: soy autor de una obra "difícil". Toda persona involucrada con el teatro comprende la importancia de este debate. El tema en cuestión es: ¿Qué tipo de teatro necesita El Salvador en este momento?
No hay tantas respuestas a esta pregunta como podría suponerse. Todos los directores parecen inclinarse hacia la respuesta tan pragmática de Roby, que tiene una responsabilidad moral, diría yo, para llegar al mayor público posible, dado que no sólo es director de teatro, sino que también es el director de una sala de teatro.
"Estoy buscando", explicó, "un cierto tipo de teatro que sea bastante accesible, y me parece que tengo que equilibrar las cosas. Acabamos de hacer una obra terriblemente difícil, la obra de Jorge Ávalos, una obra trabajada a un nivel intelectual muy desarrollado. Hay cierto tipo de teatro que, para mí, hay que hacer en El Salvador, un teatro que es popular y que a la vez habla de valores que son importantes dentro de una sociedad".
Pero ese equilibrio entre un "teatro popular" que al mismo tiempo "habla de valores que son importantes dentro de una sociedad" no es tan fácil de determinar. Creer que siempre se sabe qué quiere el público podría forzarnos a tomar siempre un camino sin riesgos. Los riesgos estimulan la creatividad. Y estoy de acuerdo, necesitamos considerar y conocer el horizonte de expectativas del público, pero para desafiarlo continuamente.
El mejor ejemplo de esto, es precisamente la obra que se está presentando en el Teatro Poma actualmente. Cuando su autora la escribió, el teatro británico estaba estancado. "Sabor a miel", entre otras obras escritas por una generación joven e iracunda, representaban una nueva actitud y un riesgo estético y social. ¿Quién podría haber imaginado que era esto lo que el público quería?
La simple y llana verdad es que el público teatral es narcicista. No busca calidad ni profundidad ni populismo. No busca comedia ni tragedia ni melodrama. Busca un espejo. Un acto vivo y vívido que refleje con exactitud sus temores y sus deseos. Y mientras más clara y perspicaz es esa imagen, más popular será ese teatro. Esto significa que tenemos que afinar algo más que nuestro sentido de equilibrio. Para empezar, yo diría que nosotros los autores deberíamos afinar la agudeza de nuestra percepción social.